Hace un tiempo que me di cuenta de algo. Lo venía "sospechando", pero es en este último año cuándo caigo finalmente. Llego a mis mejores reflexiones cuando estoy ayudando a otros.
Suena altruista y bohemio. Quizás soy un poco de las dos cosas. Me gusta más pensar que "uno tiene actos", altruistas y bohemios, en este caso, pero no quiere decir que lo seamos. Aunque, si lo pienso dos veces, la definición de ser ese algo es hacer ese algo ¿No?
Una vez me preguntaron cuál era mi mayor miedo. Mi mayor miedo es exponer prejuicios que no sé que tengo. Lo explico con un ejemplo hipotético: Luego de conocer a una chica llega el momento de conocer a su familia. En medio de la cena se van tocando algunos temas polémicos y, aunque sin ánimos verdaderos de ofender a nadie, se me escapa un a esos negros hay que matarlos a todos... Se van a hacer unos segundos de silencio, la situación se va a poner excesivamente incómoda para todos, mientras que en mi cabeza hace eco ¡¿Por qué dije eso?! ¡¿De verdad pienso así?! ¡Por qué estaba eso adentro mío?! Si yo no creo en eso, todo lo contrario.
Algo parecido a lo que me sucede con ese miedo, me ha estado pasando pero con pensamientos totalmente inversos. Cosas que digo espontáneamente charlando o aconsejando a otros, me resultan en futuras auto-reflexiones... bastante profundas. De esas que te hacen colgar la mirada, en medio del laburo, mientras etiquetas quesos para poner en la heladera mostrador. O te hacen revolver el café con la cucharita, una y otra vez, mientras observas un punto fijo, hasta que la taza se enfría.
¡Nadie sabe qué hace con la vida! desde que abrimos los ojos en la cama, hasta que los cerramos para volver a dormir, permanecemos en un estado de improvisación constante. Todo a lo que podemos aspirar es a hacer lo mejor que podemos con lo que tenemos y aprendimos a lo largo del tiempo.
No podes esperar que tus hijos sean jueces ahora. Lo van a ser cuando tengan más de 15 o 20 años, hayan desarrollado algo de pensamiento crítico y, mirando un poco para atrás, digan "todo lo que tengo es gracias a mi vieja".
¡Insistí, hermano! Tené constancia. Cuando eso se llega a ver, se valora.
Cada familia es distinta. Se construye o se destruye a sí misma en pos del esfuerzo que cada miembro le ponga. Como así también cada quién es un reflejo, por fuera, de esa construcción.
Me parafraseé un poquito para que quede coherente. Cuando me cebo hablando de un tema serio en realidad digo todo a las atropelladas.
Que bueno está hablar, abrirnos. Sobre todo con los amigos. Digo, no es por menospreciar a la familia. Pero a la familia ya le conocemos los detalles de la historia, en cambio con los amigos siempre aparecen páginas nuevas en el libro, por delante y por detrás de donde íbamos.
Me siento bien. Me estoy encontrando con una versión, que después de cada una de estas veces, se actualiza para mejor. No me pesan los 31. Siguen diciéndome que parezco más joven de lo que aparento. Siguen dándome fiaca los lunes y mi salsas rojas van mejorando su sabor.
Se libre
Bael'adar