Odio ver los candados cerrados.
Odio el peso de la puerta y que golpee tan fuerte al cerrarse.
Odio saber que me bardeo la cintura por culpa de esa escalera de mierda.
Odio el "Dato de golpe".
Odio el plástico de los packs de soda.
Odio la esquina de la estantería que hace que todo se quiebre, se taje o se rompa.
Odio el exhibidor de condimentos. No se puede pasar por al lado sin que se caiga algún paquetito.
Odio el agujero negro de la perdición que deja el freezer contra la pared.
Odio no saber todavía cortar el fiambre. (Maldita máquina desbalanceada del demonio)
Odio esos objetos contundentes de la irritabilidad y del ocupaescioalreconrtapedodidad que se hacen llamar cajones de [marca de productos lácteos].
Odio escuchar de la radio siempre las mismas pedorras canciones y propagandas de cosas ya pasadas.
Odio al taradúpido del proveedor de [marca de gaseosa]. Viene siempre apurado, manda cualquier cosa y me dice Johnny...
Odio también a la cajetuda de la proveedora de [marca de cerveza]. Se hace la sabionda y también manda cualquier fruta.
Odio tener que bajar la persiana del baño cada vez que voy a eso. No te podes ir a sentar directamente porque sino cada incauto que pase por la vereda te va a ver las delicadas y finas expresiones faciales y los pantalones bajos.
Odio (ahora aún más) los días de humedad.
Odio la tentación que me provoca la hija de puta de la caramelera.
Odio ese mini-espacio en las heladeras dejan entrar solo 6, cuando podrían ser 7.
Odio la inconmensurablemente innecesaria cantidad de papel higiénico y de cocina guardado.
Odio que me corran la baldosa que uso de apoyo para que no se vuelen las cajas.
Odio que la panadera me corte a la mitad las tiras de pan.
Odio el apestoso oler que trae cierta clientela. También odio que entren 5 y compre uno.
Odio que porque me vean pibe me quieran tomar por estúpido.
Odio que los fleteros me dejen cajones de gaseosa y/o cerveza rotos y no avisen, ¡me corté los dedos 3 veces ya!.
Odio los sermones de responsabilidad que me tocan por querer salir un viernes.
Odio la inútil multiplicidad de variantes de un mismo producto.
¡Pero! No odio mi trabajo (changa para algunos). Me agrada poder ganarme mi dinero y concientizarme del valor que tiene el esfuerzo y las responsabilidades diarias. Además de que abre la mente a muchas perspectivas y en parte también si, cambia la forma de ver el mundo y a uno mismo en este.
En fin, trabajar hace que uno descubra sentimientos que posee y de los cuales no estaba al tanto conscientemente. En este caso el odio. Porque a pesar que que hay muchas cosas que apreciar, el odio es más divertido...
Se libre
Bael'adar
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