11 de agosto de 2014

Un Chiquito Que Es Aún Más Chiquito

  No puedo hablar de manutención, ni de depositar dinero en cuentas del banco. No puedo hablar sobre si es efectivo o no levantar la voz en ocasiones; mucho menos sobre dar o no un coscorrón o un chirlo. No puedo hablar sobre decidir si llevarlo o no al jardín los días de lluvia, ni sobre cual de sus pares de zapatillitas le conviene usar tales días. No puedo hablar sobre si comprarle tal juguete lo hará más o menos mañoso, ni sobre si hay que dejarlo o no que use la compu. No puedo hablar al respecto de su sana o no alimentación; sí puedo pedir permiso para obsequiarle un dulce.
  Queda claro que no tengo ningún poder u autoridad. Ni siquiera alcanzo el rango de "el tío que le enseñó tal travesura", ni mucho menos. Sin embargo... lo veo.
  Veo a un chiquito que es aún más chiquito. Veo un inconmensurable esfuerzo apoyando su aparente dificultoso crecimiento, y a la vez veo una potencial fuerza devastadora en su contra. Veo parientes y familiares con roles cambiados. Veo su carita y pienso: ¿a qué clase de maníaco y atolondrado mundo te han traído?. Veo vidrios rotos y un plato con pedacitos de milanesa que se tuvo que tirar...
  Qué observador soy ¿no lo creen?. Pero a fin de cuentas es sólo por una razón: soy hijo. Como cada individuo pisando este mundo.
  En pocas palabras, hay un chiquito que es aún más chiquito que SÓLO QUIERE y ÚNICAMENTE NECESITA que lo amen, lo ames.

Se libre
Bael'adar

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