6 de marzo de 2016

Abrazar El Tiempo - por Daniel Luchina

  Esta mañana me puse a pensar en el poco tiempo libre que tengo, mi necesidad de aprovecharlo al máximo y en lo que muchos me dicen : unos, que un día les dura una eternidad y otros que no les alcanza. Me acordé lo de "el tiempo es relativo" y me puse a medirlo en abrazos. El primer ejemplo que se me ocurrió es el abrazo de la ruptura de una pareja, el último. Para el que toma la decisión de irse el abrazo es eterno, molesto, siente que se le cansan los brazos, duelen, queman. Las manos están incómodas y tratan de tener el menor contacto posible y cada segundo es una eternidad. El abandonado siente que ese tiempo es tan breve como un apretón de manos, el dolor en los brazos en este caso es por la fuerza que hace al tratar de aferrarse con todas las fuerzas a un destino que ya no le pertenece. Intenta detener el tiempo en un abrazo, pero no puede.
  Otro es el abrazo de amigos que no se ven hace mucho tiempo. No nos dan los brazos para apretujar a la otra persona, la traemos hacia nosotros como haría un niño abrazando un peluche que creía extraviado y nos pegamos a la otra persona como para asegurarnos que no la vamos a perder nunca más y tratando de devolver con cada abrazo y cada palmada el tiempo perdido.
  Y ese es el último ejemplo...el tiempo perdido, el que nos avergüenza, el que olvidamos por estúpidos en algún rincón, de descuidados que somos o simplemente porque invertimos el tiempo en otras cosas. Y de repente los ves ahí : tus hijos, tus viejos, tus seres queridos y te das cuenta todos los abrazos que no diste. Todo el tiempo que perdiste, el que ganaste, disfrutaste o sufriste se puede medir así : en abrazos. Cuando te das cuenta de eso te das cuenta que todo, absolutamente todo se mide así.
  Sos los abrazos que diste y los que recibís... o los que vas a recibir, solo es cuestión de tiempo.
Se libre
Bael'adar

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