No puedo evitar el “si hubiera...”, tampoco evadir por completo los “si tal vez...” o los “de no haber sido por...”. El pasado me toma por la camiseta y no me deja seguir la jugada. Aunque de igual manera ¿qué ánimos puedo tener de seguir si esas miseras consecuencias se presentan frente a cada mínima intención de prosperar?.
Yo no quería ser el malo de la película. Quizá tampoco el héroe principal, sino más bien el fiel compañero o incluso el bufón. Pero ya no va al caso. Yo nunca quise ser el villano.
Me lo planteé hace 9 años una vez (no ser el villano), y me salió bien, sólo fui parte de la escenografía, tras un breve momento de resignación.
Tuve otra chance de serlo hace 7 años. Me convertí de un episodio a otro por un exabrupto, le di algo de picante a la historia por unos capítulos y luego perdí total importancia. Me incomodó, pero por suerte los personajes detrás de escena no se vieron afectados.
Luego, hace 5 años aproximadamente, se me otorgó otro papel, una especie de comodín. Un personaje difícil de describir, con una combinación de caracteres nunca antes pensada. Era enigmático, jovial, serio con interrupciones, algo artístico, caótico en contextos puntuales, demandante, con altibajos, fiel. A la mirada de todos correspondía con la figura a la perfección, saciaba todas las expectativas de los espectadores. Lo tomé casi sin darme cuenta, por naturalidad, por instinto, me animaría a decir hasta por genética.
Todos vivían en un mundo de rosas, hasta que el comodín, con su gran perspicacia comenzó a encontrar espinas. Espinas con forma de hipocresía a gran escala, secretos, y falsedades y bellas palabras combinadas comparables el “mejor” gobierno argentino. Absorbió esa corrupción. Y dentro suyo, un sentimiento. Un sentimiento tan inmenso oculto bajo una alfombra desproporcionable. ¿Qué rayos estaba pasando?.
Era amor, ese sentimiento era nada más ni nada menos que amor. Uno que nunca antes había expresado, uno que nunca antes había experimentado. Con una fuerza, con un potencial incalculable, distinto a todos. Como si durante todos los años de su vida anterior a esos momentos lo hubiese estado cargando, o entrenándolo para una épica batalla. Capaz de hacer lo que un superhumano de historietas (dentro del mundo real por supuesto) y limitándose sólo a su vocabulario y/o billetera.
¿Suena lindo, no cierto?.
Pero no tenía control sobre el. Yo no tuve control sobre mi mismo. El sentimiento inhibía por completo mis funciones cognitivas de lógica y (valga la redundancia) de sentido común. Mi cuerpo no tenía defensas ante los factores que lo atacaban. Ignoraba “las reglas” y en ocasiones también la ley propiamente dicha. Era descuidado, desinteresado, irresponsable, fútil, desubicado, distraído, pelotudo. Sin embargo, jamás, pero jamás malintencionado.
No lograba entender absolutamente nada, necesitaba respuestas a preguntas que no podía formular. Quería ayuda pero no sabía como pedirla. Estaba sumamente confundido. Y a pesar de todo la veía... y eso me era infinitamente más que suficiente.
"El coloca las reglas en oposición. La mayor estupidez que ha existido.
Mira, pero no toques. Toca, pero no pruebes. Prueba, pero no tragues."
Fui escalando cada uno de esos escalones por inercia, guiado ciegamente por ese sentimiento. No medí consecuencia alguna. Era todo tan hermoso. Era todo tan placentero. Parecía tan verdadero. Parecía tan real. No se que me dolió más. No se qué me duele más.
Me convertí. De más está decir en que. Todo lo demás ya lo conocen de cualquier película dramática, inclusive animada. El malo no es precisamente el personaje más valorado de la historia (independientemente de su buena o mala actuación). Y la resaca del relato me sigue afectando. Es algo de lo que no me puedo deshacer, no me vuelve la sobriedad, ni tampoco me deja volver a empezar.
“No sos precisamente su persona favorita”.
“Dejalo, dale tiempo, ya se le va a pasar”.
“No quiero más extraños y ajenos a esta casa”.
“-Quiero encontrar motivos para conservante.
-¿en pos de qué?”.
“Mejor deja”.
“Ya se que vos no sos así pero si ellos ya no te buscan vos por tu bien deberías dejar de buscarlos a ellos”.
...
Hay actores a los que el papel de villano les sienta muy bien, maravillosamente, a tal punto que lo repiten indeterminada veces a lo largo de su carrera y con un éxito rotundo. Por lo visto a mi también, pero con la diferencia de que yo nunca lo desee.
Se libre
Bael'adar
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