9 de junio de 2017

Hasta Que Te Hace "Click" (2da parte)

  Pensás en demasía. Creas una torre de "y si hubiese"s más alta que el Taipei 101, con la diferencia de que ésta no tiene cimientos, y le basta solo una brisa para caerte encima como en puño divino.
(Ok, la corto con las analogías megalómanas). Es una tortura que en días de silencio se vuelve una orquesta quejumbrosa inacabable.
  Cada tanto encontrás con quien hablar un poco seriamente, en pausa y sereno. No te sirve de consuelo, ni de desahogo. Pero por lo menos alguien más va a a saber porque andas tan del orto. Tal vez eso termine sirviendo para que no te rompan las pelotas.
  Son alivios mínimos que vas encontrando. No porque estuvieran escondidos, sino porque antes no les habías prestado atención. Porque, en cierta forma, siempre estuvieron a tu alcance.
  Te aferrás a la familia. Te interesas más por cada uno. Preguntas a tus viejos cómo andan, a lo mejor sus vidas tampoco vienen de lo mejor. Intentas chusmear en que andan tus hermanos y/o hermanas para ver si necesitan ayuda con lo que fuese. Visitas abuelos, tíos, primos, amigos descuidados, otras familias amigas, etc.

  Hasta que un día te hace "click"...

  Te armás de valor para ir a encarar las fuentes de tus malestares. Corres el riego de herirte aún más - mental o hasta físicamente- de enterarte de cosas que podrían hacerte aún peor. Corres el riego de no conseguir nada, esa opción también es viable, y enfrentarte a un vacío donde las opciones se acaban.
  Aún así, el interruptor no quiere volver a bajar. Salís en busca de... limpiarte... la consciencia. Emprendes una carrera a pura voluntad hasta lograrlo y sentirte libre. Libre de todo esa anterioridad dañina.
  Hasta que luego de un tiempo, corto o largo, con o sin ayuda, de pie o a gatas te das cuenta que no todo estaba mal con vos...

Se libre
Bael'adar

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