¡No seas un imbécil! Retumbó en mi cabeza junto a la alarma de despertador, toda la semana, desde aquella madrugada de domingo. Una madrugada de sueños entrecortados, culpa de una caricia en la mejilla que no pedí, una mano que se enredaba en el enredo de mi pelo y unos besos que me recordaban debía volver a respirar.
Es que no sé cómo hacer, qué decir, qué o cómo o cuándo contestar. Me quedo atónito ante una muestra de afecto y estúpido ante un chiste disfrazado de "me acordé de vos".
¡No seas un imbécil!
Una marea de incertidumbres, mi cabeza es un quilombo. Y, aún así, estoy feliz. Siento un júbilo que...que...que no tengo con que compararlo. Porque podría, me encantan las analogías, pero no he sentido nada parecido a esto. Me gusta, quiero más, quiero aprender; si soy un pelotudo, eso no es novedad, pero definitivamente quiero esto, quiero mucho sentirme más así.
No seas imbécil. Esto está bueno. Es re loco, pero está bueno. No lo arruines.
Te prometo que tengo un par de certezas con la suficiente fuerza. Solo tal vez mi caparazón se ha endurecido con los años sin darme cuenta. No sé cómo soy o como me ven en estás circunstancias. Ya he recibido señales igual que me dan una idea.
Sería muy injusto de mi parte pedirte cualquier cosa, a cambio de... una intención de ser recíproco voluntariosa.
Saber disimular es la mentira que mejor se disimular.
No sé improvisar palabras, por eso escribo cuando puedo concretar pensamientos. Sé improvisar chistes, gestos y boludeces inútiles-útiles para el momento. Pero no palabras.
No sé si quedarme callado sirve porque quien calla otorga, y yo no cobre esta semana.
No sé si queremos lo mismo, supongo que sí. Absolutamente todo me dijo eso.
No sé si te molestaste o solo tomaste un recaudo. Me parece perfecto si es lo segundo.
No sé...muchas cosas. Pero estoy...contento con esas cuotas de ignorancia. Porque me fascina aprender. No así estudiar, pero eso es tema para más adelante.
Estoy tonto y me gusta. Estoy pensando en si compartir(te) o no ese meme. Estoy entusiasmado en el laburo, hasta canto en voz alta aunque esté mi jefe en la oficina escuchando. ESTOY HECHO UN BOLUDO.
(...) Entre tantas dudas, se que puedo ser el artífice de mi propia destrucción. Ya lo corroboré antes y NO QUIERO SERLO AHORA.
Jill solo me dice "no seas un imbécil". No me ayuda en el andar, aunque si me marca los canteros de la ruta. Estoy cagado en las patas, pero eso no me va a detener.
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